· Mejoran la salud cardiovascular
Gracias a las antocianinas, que tienen acción antioxidante y antiinflamatoria, las moras son grandes aliadas de la salud cardiovascular. Por ende, no es de extrañar que sean un apoyo para cuidar el corazón y el resto del sistema cardiovascular, incluyendo sus células más pequeñas.
Por otra parte, como vimos, son bajas en grasas, por lo que comer moras dentro de una dieta balanceada podría ayudar a reducir los niveles de colesterol alto, según indica un estudio reciente.
También hacen un aporte significativo de hierro, un compuesto esencial para la producción de hemoglobina en la sangre. Gracias a esto, aumenta la capacidad para transportar el oxígeno hacia las células del cuerpo.
Además de todo esto, las moras aportan magnesio, manganeso y, en especial, potasio, que son buenos aliados para controlar la presión arterial.
· Reducen el riesgo de padecer accidentes cerebrovasculares
Siguiendo con la línea de beneficios de las moras para el sistema cardiovascular, tenemos que también podrían ayudar a reducir el riesgo de padecer un derrame cerebral. Esto es gracias a que contienen un antioxidante conocido como resveratrol, que sería el principal agente para evitar el daño en el sistema vascular.
· Estimulan la digestión
Al aportar nutrientes como la vitamina K, vitamina B6, niacina y riboflavina, estas pequeñas frutas también ayudan a mejorar los procesos digestivos. Sus propiedades favorecen la descomposición de los alimentos difíciles de digerir, como las proteínas, las grasas y los carbohidratos.
Por otro lado, como se señaló, también contienen una cantidad significativa de fibra, la cual estimula la limpieza de los intestinos y colon, evitando el estreñimiento.
· Fortalecen el sistema inmunitario
Estas bayas hacen un aporte significativo de vitamina C y otros antioxidantes que fortalecen las defensas del organismo para prevenir enfermedades e infecciones. Su ingesta está recomendada para evitar afecciones respiratorias como la gripe, el resfriado o el asma, entre otras.
- Previenen el envejecimiento prematuro
La vitamina C y E, así como la acción antioxidante de las antocianinas, son fundamentales para detener el daño oxidativo causado por los radicales libres. Y como las moras aportan estas vitaminas, en cierta medida contribuyen con la salud de la piel y la prevención del envejecimiento prematuro.
- Podrían prevenir el cáncer
Al ser frutas con propiedades antioxidantes, no es extraño que estén dentro del amplio catálogo de alimentos con posible efecto anticancerígeno. Existe la hipótesis de que las antocianinas, el resveratrol, las vitaminas A, C y E, entre otros componentes, tendrían un efecto positivo en la inhibición del crecimiento de varios tipos de células malignas.
· Protegen la visión
Aunque una buena visión depende de muchos factores y hábitos, el consumo regular de este alimento podría ayudar a protegerla de enfermedades. Su aporte de zeaxantina, un carotenoide, ayuda a mantener la salud de la retina y evitar que los rayos UV del sol le causen daño.
· Ayudan a regular el pH de la sangre
Las moras favorecen la remineralización del organismo gracias a su aporte de minerales alcalinos, que ayudan a regular el pH de la sangre, beneficiando a los enfermos por organismos acidificados.
· Combaten la retención de líquidos
Además de sus cualidades antiinflamatorias y aporte de minerales, las moras son frutas que también tienen un efecto diurético, por lo que pueden ayudar a combatir la retención de líquidos de forma natural.
· Podrían ser buenas para los pacientes con artritis
Nuevamente, por su efecto antiinflamatorio y antioxidante, las moras están aconsejadas para complementar la dieta de aquellas personas que padecen de artritis, pues se considera que pueden contribuir con el alivio de algunos síntomas. También existe la hipótesis de que podrían mitigar el daño que sufren las articulaciones.
· Actividad antimicrobiana
Por si fuera poco, según algunas investigaciones, ha determinado que los residuos de mora tienen capacidad antibacteriana. En el estudio se trabajó con varias cepas de bacterias, siendo las Gram positivas (específicamente la S. aureus) las más sensibles.
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